El Desierto Blanco, es un Parque Nacional protegido que se extiende por una superficie de unos 300 km² en lo que hace miles de años era un mar interior y hoy en día todavía es uno de los misterios de Egipto aún por descubrir. Es difícil describir la belleza de este lugar, el color blanco de las piedras calizas se apodera de los dominios del desierto, piedras que la naturaleza con el paso del tiempo ha convertido en verdaderas esculturas naturales gracias a la erosión provocada por el viento. Bajo las capas de arena dorada proveniente de los desiertos cercanos, se extiende un corazón de tiza blanca que le da este aspecto, todo el desierto está salpicado de enormes y frágiles rocas blancas convertidas hoy en la joya natural más asombrosa de Egipto. No solo vamos a encontrar esculturas naturales, este desierto también esconde dunas, desfiladeros, restos arqueológicos (romanos, mamelucos y otomanos), pueblos beduinos y oasis que fueron refugio de las caravanas que abastecían el Nilo.